Mientras me miraba a los ojos y sonreía me entregó un paquete de ropa perfectamente doblada que olía a limpio, una chaqueta oscura una camisa blanca una corbata y unos pantalones con raya, te irá bien mi padre tiene mas o menos tu complexión.
- Te espero a las 8, pasa por casa a recogerme.
Me probé el traje me quedaba algo grande, había conocido a María, hacía unas 2 semanas y habíamos quedado en acudir a una fiesta de Carnaval que se celebraba en la carpa que habían montado en un pueblecito cercano al suyo, yo no tenía disfraz y estaba allí por trabajo por lo que se ofreció a conseguirme uno, luego me enteré que era el traje de boda de su padre.
A las 8, estaba puntual en la puerta de su casa, ella iba con un maillot de ballet blanco con el tutu correspondiente que se lo pegaba sobre las piernas que largas y sinuosas escondido tras un abrigo 'tres cuartos' de tela gruesa y de color azul oscuro, hay que decir que hacía bastante frío para aquella indumentaria.
Al comprar el tiquet de entrada se podía coger una botella de champagne bien fría, cogimos una.
María radiante como siempre, mujer de pelo rizado rojo, sus ojos grandes y preguntones, labios rojos anchos y carnosos resaltaban con su tez blanca, invadida por las pecas, el labio superior era ligeramente mas grueso que el inferior, ese exotismo me fascinaba, una mujer delgada pero con curvas y muy alta, siempre le decía que parecía un 'Kasperle' y eso la enfurecía, entre cerrando los ojos y apretando los labios, en una de sus muecas preferidas.
Estaba totalmente loco por esa chica, la música en lata dejó paso a una 'charanga', al empezar el baile le cogí por primera vez las manos y ella apretó mis dedos, había dejado el abrigo en el coche y por lo tanto de vez en cuando se abrazaba para recibir un poco de calor, a medida que la fiesta avanzaba, el baile se fue volviendo mas intenso y al final acabamos dando pasos acelerando por los laterales como si fuéramos a despegar por la pista que se nos quedaba pequeña.
Los efectos del champagne, la música y la química existente, la gente alrededor fue desapareciendo en un efecto de desenfoque paulatino, solo quedaba aquella cara tan exótica que me miraba intensamente, esta vez sin sonrisas, en un momento perdido cuando llevábamos una hora dando vueltas, abrazándonos y dando la 'nota', me abrazó fuerte y dijo:
- T'estimo
- Yo también te quiero, desde el primer día que te vi.
Y nos dimos un beso en la boca, el primero de muchos, por fin esa boca se acercó a mi cara, saborear aquellos labios llenos de champagne me llevó a otro mundo, pedimos otra botella y seguimos bailando, María no tiene unos pechos grandes, pero son perfectamente redondos, como dos semiesferas, con unos pezones muy oscuros, en una esquina ya fuera del recinto estiré suavemente hacia abajo de su escote elástico y los acaricié, tan suavemente que no tenía muy claro si los había tocado, primero uno y luego el otro, dio un respingo y me miró esta vez mas intensamente, pero no hizo nada para rebelarse, al contrario, me abrazó con fuerza y cada vez que rozaba su pezón me correspondía con pequeños e irracionales espasmos.
Pasamos horas en el coche, charlando apaciblemente, viendo amanecer y con leves caricias y besos, hasta que decidimos volver.
No se porqué esta escena se quedó grabada en mi mente, quizás porqué no se bailar y ella tampoco, nunca mas fuimos a un baile de pueblo, yo creo que quizás dejamos muy alto el listón aquel día......
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